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1.1. Reseña histórica de la formación a distancia

 
Los orígenes de la educación a distancia se remontan a la Grecia Clásica, cuando comenzó a cultivarse el fenómeno de la epistolografía (escritura de cartas), que en muchos casos poseían un propósito formativo cuando las misivas iban dirigidas a discípulos, familiares o amigos que se encontraban a distancia o que leerían las misivas pasados varios años. De hecho, algunos padres dejaban testimonio epistolográfico a sus hijos, a quienes quizá no tendrían posibilidad de educar de mayores. Durante la época helenística, cuando proliferó el fenómeno epistolar por la consolidación de ciertas redes de comunicación, y especialmente durante el Imperio Romano, encontramos colecciones de cartas excelentes que poseen un propósito formativo, como por ejemplo el caso de Cicerón.
El primer ejemplo documentado de formación por correspondencia (nombre que heredará por muchos años la formación a distancia) se remonta al siglo XIX, cuando el profesor C. Philipps publica en la Gaceta de Boston un anuncio ofreciendo material de enseñanza y tutorías por correspondencia. Corría el año 1828.
En 1840, Isaac Pitman inicia un sistema de enseñanza de taquigrafía por correspondencia, basado en el envío de tarjetas y la recepción de los ejercicios de los alumnos para su corrección. En 1843 se funda, de hecho, la Phonographic Correspondence Society, la que podríamos considerar primera institución “reglada” de formación a distancia. Esta sociedad se encargaba de recibir, corregir y enviar los ejercicios de taquigrafía de los alumnos que seguían el curso por correspondencia.
En 1903, Julio Cervera Babiera funda en Valencia la Escuela Libre de Ingenieros. Habrá que esperar hasta 1962 para asistir a la primera experiencia radiofónica de bachillerato a distancia.
En 1972, sólo un año después de la creación de la Open University británica, se crea la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), actualmente uno de los mayores centros de formación a distancia del mundo.
Con la introducción de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), de 2001, se reconoce a cualquier universidad española el derecho a impartir “enseñanzas en modalidad presencial y no presencial” (art. 4), lo cual supone un impulso extraordinario a la formación no presencial, que hasta entonces era competencia exclusiva de la UNED en el ámbito universitario español. Actualmente, cada vez son más las comunidades autónomas que introducen elementos de la formación online en sus enseñanzas a distancia no universitarias.