5.1 ¿Por qué evaluar?

No tiene sentido planificar un proceso de enseñanza-aprendizaje sin actividad de evaluación para aplicar a las experiencias observadas. Pero es importante tener en cuenta que, si la práctica de la evaluación es una constante en los procesos formativos, cuando cambian los métodos e instrumentos de formación, es necesario modificar también las estrategias, instrumentos y hasta el sentido de la evaluación misma.

 

En este panorama completamente renovado que supone el eLearning como apoyo a la formación presencial en un contexto de adaptación al EEES, seguir pensando en la evaluación sólo en términos tradicionales y prestar atención únicamente a la verificación de los resultados del aprendizaje alcanzado por los estudiantes significa dejar de lado toda una serie de elementos determinantes del proceso formativo:

  • las etapas de planificación y organización de los momentos formativos
  • los factores de clima y de contexto de las situaciones de enseñanza-aprendizaje
  • la calidad de la tecnología, los servicios y los contenidos a disposición
  • la labor de los docentes
  • el aprendizaje visto en términos de personalización de las competencias

 

El elemento central de todo acto de evaluación es la atribución de un valor a la realidad examinada. Ese juicio de valor, sin embargo, va mucho más allá de la clasificación de los estudiantes de mayor a menor grado de capacitación; debe servir también para mostrar si un programa formativo funciona, recurriendo a la observación, medición o interpretación de los datos analizados.

 

Por eso cuando, la evaluación debe considerarse como un proceso continuo e integral, no sólo de los estudiantes, sino de los materiales formativos, las estrategias, la actividad docente y el entorno tecnológico, e incluso del propio procedimiento empleado para la evaluación.



Figura 11. ¿Por qué evaluar?

 

GRupo de Investigación en InterAcción y eLearning. Universidad de Salamanca